Encuentran la Atlántida en el Pozo Pígalo

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Una pareja que pasaba el día en el Pígalo ha encontrado las ruinas del continente perdido de la Atlántida. El descubrimiento de ésta ha hecho que científicos y curiosos se hayan acercado a la zona para ver si la isla es real.

Muchas han sido las leyendas que rondaban a cerca de la Atlántida y todo el tiempo ha estado aquí. Pasando por «Los diálogos de Platón», fuente que da origen a la leyenda, hasta llegar a afirmar que las ruinas podrían consistir en antiguas bases submarinas de las que provendrían aquellos objetos submarinos no identificados.

Descubierta a golpe de chapuzón

El descubrimiento fue el pasado martes, 28 de julio, cuando la pareja protagonista del histórico hallazgo se lanzó desde la parte más alta del pozo y gracias a la fuerza de éste lograron tocar el fondo, topándose con las ruinas. La pareja se alarmó al tocar algo extraño con los pies. «Tenía un tacto muy raro, no parecía ni una bolsa, ni un pez. No sabíamos lo que era, pero era raro», explicaban.

Tuvo que tirarse una segunda vez para darse cuenta de que ahí abajo había algo raro. «Fue pura casualidad, mi novia me retó a volver a tirarme y decidí tirarme desde el sitio más alto y en bomba, esta vez me lancé con más fuerza y me choqué con un antiguo buzón de la isla. Me asusté y llamé a todo el mundo». Así contaba David Clavería cómo descubrió la Atlántida.

Investigadores y científicos, consternados

Durante años se ha estado estudiando el lugar en el que podría estar situada la Atlántida. Asía, África y Europa eran los principales continentes en los que se la localizaba, aunque los últimos estudios afirmaban que podría encontrarse en las costas de España, concretamente a los dos márgenes del estrecho de Gibraltar. Muchos científicos han declarado tener una sensación de alegría y enfado, y es que se han gastado millonadas en expediciones para que finalmente esté en una poza.

«Tengo 67 años y 45 los he pasado investigando sobre el tema, he viajado por todo el mundo buscándola e informándome y al final estaba al lado de casa. No sé si reír o llorar». Afirmaba uno de los científicos que se había acercado al Pígalo.